La producción de productos textiles a bajo coste ha permitido democratizar la moda y hacerla accesible para la gran mayoría de la población, extendiendo dichos beneficios a sectores de la sociedad para los que hace unos años no era accesible.
Este sector es uno de los mayores consumidores de recursos del mundo, con un enorme impacto ambiental y climático
La industria textil se ha identificado como un importante contribuyente a la emisión de microfibras de plástico que llega al océano, mediante el proceso de lavado de textiles a base de plástico como el poliéster, el nylon, o el acrílico.
Adicionalmente, el impacto social de la industria de los tejidos es también muy negativo, debido a las inadecuadas condiciones laborales que existen en algunas industrias del sector de algunos países.
Continuar con este sistema económico pone en riesgo la propia industria, lo que ha hecho que las principales empresas del sector se interesen por incrementar la sostenibilidad del sector textil y contribuir a su transición hacia una economía circular.
En el mundo se venden 100.000 millones de prendas cada año, entre el año 2000 y el 2014 su producción se multiplicó por dos.
Tras la alimentación, la vivienda y el transporte, el consumo global de productos textiles es el cuarto demandante de materias primas y agua y el quinto emisor de gases de efecto invernadero.
Se calcula que menos del 1% de todos los textiles del mundo se reciclan para convertirlos en nuevos textiles. 990.000 t/año de productos textiles se estima que van a parar al vertedero en España. Actualmente se estima que en Cataluña cada persona consume entre 21,5 y 26 kg de ropa al año y tan sólo el 12% de los residuos textiles se recoge selectivamente. Esto implica que la gran mayoría, un total de 140.000 t/año, se incinera o se lanza a los vertederos. De la parte que se recoge de forma selectiva, la mitad se prepara para su reutilización y el 40% se recicla.
Los residuos textiles se han convertido en un problema global. En los últimos 15 años se ha duplicado el número de piezas vendidas en todo el mundo y su vida útil se ha reducido cerca de un 20%. Por el contrario, la reutilización y reciclaje no se han incrementado al mismo ritmo, en gran medida porque los productos textiles no suelen estar diseñados para este fin. Se calcula que menos del 1% de la ropa del mundo se recicla para convertirla en nuevos productos. Tras la alimentación, la vivienda y el transporte, el consumo global de productos textiles es el cuarto mayor demandante de materias primas y agua, y el quinto emisor de gases de efecto invernadero (GEI).
Cataluña se ha caracterizado históricamente por disponer de una importante industria textil y que hace tiempo que invierte en sostenibilidad como oportunidad. En la actualidad destaca dentro de Europa por su gran potencial de aprovechamiento de los residuos textiles, ya que cuenta con una larga tradición de fábricas que utilizan materiales reciclados en su producción.
La lucha contra el cambio climático llega a la industria textil.
La futura Ley de Residuos, que está previsto que entre en vigor el primer trimestre de 2022, prohibirá al sector textil destruir los tejidos y obligará a reutilizar la basura textil pagando una 'ecotasa' para contaminar menos. La cumbre sobre el cambio climático, COP26, que se celebra en la ciudad de Glasgow, ha incidido en que las energías fósiles son las más contaminantes para el medio ambiente.
La moda en España había estado hasta ahora exenta de las obligaciones ecológicas y se había logrado mantener fuera del foco de la regulación. Pero ahora la futura Ley de Residuos y Suelos contaminados, que está previsto que se apruebe en el primer trimestre de 2022, podría revolucionar la industria textil.
De este modo, las empresas textiles no podrán destruir las prendas que no han conseguido vender y tendrán que pagar por reciclar la ropa que tira a la basura. Es decir, el procedimiento sería muy similar al que se realiza hoy en día con los envases de vidrio.
Es necesario urgente realizar cambios profundos en el modelo de producción y consumo del sector del textil, y avanzar hacia un modelo circular, más sostenible y regenerativo para el planeta.
Además de una mayor demanda de los consumidores de productos sostenibles, diversas iniciativas, públicas y privadas, están avanzadas para favorecer un cambio de modelo con diversas soluciones a los problemas sociales y ambientales más apremiantes del textil.
Nuevas normativas a favor del cambio
Existe una tendencia regulatoria a nivel europeo, estatal y catalán que impulsa la transformación sostenible del sector textil hacia la economía circular.
Todas las nuevas normativas se han marcado unos objetivos a corto, medio y largo plazo que no se van a conseguir sin un cambio significativo por parte de todos los actores.
En un momento en el que se están definiendo medidas decisivas para frenar el impacto de la crisis climática y avanzar en la economía circular, la Generalitat impulsa el Pacto para la Moda Circular desde los Departamentos de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural , y de Empresa y Trabajo, un acuerdo voluntario que favorezca una transformación urgente y necesaria del textil desde nuestro territorio, de forma voluntaria, compartida y colaborativa, estableciendo objetivos comunes y generando instrumentos que hagan posible este cambio y conseguir su despliegue partir de 2022.
La iniciativa se enmarca dentro del proyecto europeo Interreg Europe CircE Esta iniciativa sectorial es una de las acciones piloto de economía circular elegidas por la Unión Europea dentro del proyecto Interreg Europe CircE por su carácter innovador y potencial de replicabilidad en otros territorios. Se podrá realizar un seguimiento de los avances del Pacto mediante la plataforma Catalunya Circular, el hub que recoge todas las iniciativas de empresas e instituciones que aportan soluciones y estrategias innovadoras para consolidar la economía circular en Cataluña.
Las organizaciones que se adhieran al Pacto tendrán que asumir determinados compromisos generales. En concreto, reducir entre un 5 y un 10% la generación de residuos textiles; alcanzar entre el 25 y el 30% en la recogida selectiva de esta fracción; e incrementar el porcentaje de valorización material de la parte recogida selectivamente. En concreto, entre el 55 y el 60% deberá destinarse a la preparación para la reutilización y, entre el 40 y el 50%, al reciclaje de los residuos textiles.
El Pacto surge por ser un revulsivo que haga avanzar al sector del textil hacia la circularidad, contando con la implicación y la colaboración de todos los eslabones de su cadena de valor. Buena muestra de esta voluntad son los primeros 31 agentes impulsores del Pacte, que incluyen a empresas fabricantes, distribuidoras y comercializadoras, patronales y asociaciones sectoriales, gestores de residuos, centros tecnológicos y académicos, administraciones y entidades del tercer sector.
Objetivos del pacto
Los objetivos generales
-Reducción significativa de la generación de residuos textiles y el incremento del porcentaje de recogida selectiva y de valorización de estos residuos, tanto de preparación para la reutilización como de reciclaje.
Objetivos concretos para los distintos segmentos de la cadena de valor del textil.
- En el ámbito de la fabricación incrementar la durabilidad de los productos y el porcentaje de material reciclado incorporado a nuevos productos, reducir y eliminar el uso de materiales nocivos, aumentar la reutilización con la implementación de nuevos modelos de negocio, desplegar estrategias de producción más limpia y eficientes, innovar en materiales y tecnologías, promover el diseño circular, para facilitar la transición hacia un modelo de economía climáticamente neutra, en coherencia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030
Para conseguir estos objetivos ambiciosos, ya se está trabajando en la definición de proyectos piloto en determinados territorios para impulsar la recogida de la ropa de segunda mano y su reutilización, así como para mejorar los sistemas de recogida selectiva de residuos textiles y el reciclaje local.
Una transformación necesaria
Estamos en un momento clave en el que debemos realizar cambios urgentes y profundos en el modelo de producción y consumo del sector del textil, y avanzar necesariamente hacia un modelo circular, más sostenible y regenerativo para el planeta.
Existe un contexto global, europeo, estatal y local que favorece esta transformación hacia la circularidad: la sociedad demanda un cambio de modelo a corto plazo, agravado por la crisis climática y sanitaria. Esto empuja a las empresas textiles a la transformación del sector.
Los próximos años serán circulares o no serán y no sólo lo sabemos los consumidores, que tenemos mucho poder, el de comprar o no comprar y el de hacerlo segundos y cómo. Sin duda lo saben las marcas, cada vez con mayor posibilidad de aplicar la tecnología para ajustar mejor la oferta que dan a la demanda, asegurando un menor número de prendas no vendidas.