Canvas Logo

El agua, elemento clave para el cambio climático

El pasado 22 marzo fue el Día Mundial del Agua, un día que se viene celebrando desde 1993. El objetivo es destacar la importancia del agua. Tomar conciencia sobre los millones de personas que carecen de acceso al agua potable. Y también propicia la adopción de medidas para afrontar la crisis mundial del agua. Uno de los principales objetivos del Día Mundial del Agua consiste en apoyar la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 6: agua y saneamiento para todos dentro de 2030.

Este año llevaba por lema “Hacer visible lo invisible”, y pone de relieve la importancia del agua almacenada en el subsuelo, con el objetivo de tomar conciencia sobre la importancia de protegerlas, ya que constituyen la base del suministro de agua potable y de los sistemas de saneamiento, y son un recurso natural básico para la agricultura, la industria y todos los ecosistemas naturales.

La misma semana de marzo se celebró en Dakar, el 9º Foro Mundial del Agua, con el lema “Seguridad del agua para la paz y el desarrollo”, un Foro que se celebra cada tres años, en él se dan cita a gobiernos, instituciones multilaterales, sectores privados, sociedad civil, donde pueden colaborar y tomar decisiones a largo plazo por los desafíos globales en materia de agua. La edición de este año ha querido esclarecer el papel que desarrollan las aguas subterráneas en una variedad de problemas sociales y ambientales, como la seguridad del suministro y del saneamiento; la calidad de la gestión y garantía de desarrollo rural; la cooperación; y los medios y herramientas y, en particular, financiación y gobernanza.

La UNESCO asegura que los acuíferos proporcionan más del 70% del agua utilizada en la Unión Europea y con frecuencia son la "única fuente de abastecimiento de agua" a muchas regiones áridas o semiáridas del planeta. En concreto, un 65% de los recursos hídricos de los acuíferos se destinan al regadío, un 25% a la alimentación humana en agua potable y un 10% a la industria.

La principal fuente de recarga de las aguas subterráneas es la lluvia y la nieve, que se infiltran en estos depósitos naturales a través del suelo. Uno de los mayores riesgos a los que se enfrentan es la sobreexplotación, es decir, cuando se extrae, a través de pozos y otros sistemas, más agua de la que se puede recargar a través del ciclo de la naturaleza. El cambio climático, con sequías cada vez más frecuentes, aumenta el peligro de agotamiento. Un problema que puede llevar al agotamiento de ese recurso. Además, las aguas subterráneas pueden estar contaminadas por la actividad humana, que obliga a procesos de regeneración que son largos y difíciles.

Innovaciones para reducir la presión sobre los acuíferos

La forma más sostenible de ayudar a la naturaleza, proteger los recursos subterráneos y adaptarse a los efectos del cambio climático es mediante la reutilización del agua. La palabra clave es regenerar. Regenerar es someter el agua depurada a un nuevo tratamiento para que se pueda reutilizar siguiendo un modelo circular. Una vez regenerada, el agua se puede volver en condiciones óptimas a los ríos y acuíferos para empezar de nuevo el ciclo de captación o bien suministrar directamente la industria, las ciudades y la agricultura para diferentes usos. La reutilización del agua regenerada permite garantizar la disponibilidad y calidad de los recursos hídricos, evitando el impacto de los períodos de sequía.

Otra solución sostenible para reducir la presión sobre las fuentes de agua potable es aprovechar recursos no aptos para el consumo humano, pero inocuos por otros usos como la limpieza de la vía pública o el riego de zonas verdes.

A un año de la gran Conferencia Internacional sobre el Agua, que se celebrará en 2023 bajo los auspicios de Naciones Unidas, esta 9ª edición del Foro representa una etapa clave para la toma de compromisos políticos y financieros concretos a favor de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y, en particular, del ODS núm. 6, que persigue «garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos».

El agua, desafío destacado del siglo XXI

La escasez, la mala calidad del agua o la carencia de equipo para el tratamiento repercuten negativamente en la seguridad alimentaria, la salud, la igualdad de género y las condiciones de vida de las personas desfavorecidas. Efectivamente, según las últimas estimaciones de Naciones Unidas, en 2020, 2000 millones de personas seguían sin tener acceso a agua potable a su domicilio, 771 millones tardaban al menos treinta minutos en llegar a un punto de acceso a agua potable, y más de 100 millones de personas en el mundo bebían agua no tratada y de mala calidad.

El agua es un recurso vital que debe protegerse. Resulta fundamental para la seguridad alimentaria, la biodiversidad, la salud e incluso la paz

No podemos gestionar lo que no medimos. De ahí la necesidad de estudiar, analizar y monitorizar exhaustivamente las aguas subterráneas.

Las aguas subterráneas desempeñarán un papel fundamental en la adaptación al cambio climático. Debemos estudiarlas y protegerlas, tratando de encontrar un equilibrio entre las necesidades de las personas y las del planeta