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La elección de un empresario es convertirse en motor y ambicionar el éxito

JAIME HERRAIZ MAZÓN, colegiado 5043 desde el año 1973

  En cincuenta años de vida profesional se llegan a conocer todas las facetas y cambios sociales, que suponen un desafío al que debemos adaptarnos.

Jaime es Ingeniero Técnico Industrial y cursó sus estudios en Vilanova y Geltrú. ¿Por qué se interesó por la ingeniería y, en concreto por la especialidad eléctrica? ¿Qué tiene que la haga interesante?

En esa época hacer una carrera era una obligación con la familia y también lo veíamos como una garantía para ganarnos la vida. La ingeniería daba una amplitud de conocimiento suficiente para desarrollarse en el mundo industrial.

¿Cómo recuerda su paso por la época de estudiante?

Fue un verdadero descubrimiento de la vida, teniendo en cuenta que, por aquel entonces, aún no había cumplido los diecisiete años. Supuso salir de casa, conocer a nueva gente, también estudiar duro...en definitiva, todo un reto para mí.

¿Su primer trabajo fue como ingeniero?

Inicialmente hice algún proyecto, pero rápidamente me concentré en la construcción de cuadros de maniobra, un trabajo al que se dedicaba mi padre, y que consistía en automatizar procesos industriales.

Sabemos que trabajó un corto período de tiempo en la enseñanza pública. Explíquenos esta etapa de su vida. ¿Qué es lo que más le gustó y lo que menos?

Trabajé sólo un curso. Me gustaba la labor con los alumnos aunque suponía una responsabilidad y un compromiso tener que preparar las clases por las noches. A lo largo de los años, aquellos alumnos se convirtieron en hombres y ha estado gratificando, años más tarde, haber coincidido profesionalmente con ellos.

¿Por qué dejó la enseñanza para dedicarse a la empresa privada?

Pues porque la enseñanza es una gran responsabilidad y yo tenía que compartirla con el ejercicio de la profesión. La empresa familiar debía desarrollarse y necesitaba toda mi energía, así que tuve que decidir y optar por el mundo de la empresa.

Y aquí toma un preso especial la empresa Herraiz. ¿De dónde surgió la idea de crearla?

Mi padre inició la empresa en 1946. Su actividad se centraba en la construcción de cuadros de maniobra eléctrica y, paralelamente, vendíamos suministros industriales a pequeña escala. Era un negocio modesto con cuatro empleados.

¿Se trata de una empresa más bien familiar?

La empresa es totalmente familiar y su enfoque desde hace muchos años es la venta de suministros para la industria y la construcción, así como la venta de sistemas para conducciones de agua. Ocupamos almacenes de unos 5.000 metros cuadrados en nuestra casa central de Tortosa y la delegación de Tarragona, con una plantilla de 50 trabajadores y trabajadoras.

Actualmente, la dirección corre a cargo de su hijo Julián Herraiz que es la tercera generación. ¿Cómo valora que continúe el legado y sus pasos?

Para mí supone una gran satisfacción, puesto que su decisión ha sido voluntaria y se le ha planteado como un reto transformador que está modernizando todos los procesos de funcionamiento de la empresa.

¿Y cómo ha cambiado la empresa desde su fundación hasta la actualidad?

La empresa ha cambiado de la misma forma como también han cambiado la mentalidad de las personas que la formamos. Estamos comprometidos con dar el mejor servicio a nuestros clientes, lo que implica cambios constantes en nuestras instalaciones y procesos.

Este año, en el marco de la Diada del ingeniero, recibió el distintivo de 50 años de colegiación. ¿Qué destaca de estos medio siglo?

Las personas no somos más que otro engranaje que aporta movimiento a todo el sistema vital. La tarea de cada uno puede desarrollarse como motor o como elemento más de la transmisión. La elección de un empresario es convertirse en motor y ambicionar al éxito. Realmente, en cincuenta años de vida profesional, se llegan a conocer todas las facetas y cambios sociales, que suponen un verdadero desafío al que debemos adaptarnos.

¿Qué les diría a las nuevas generaciones que quieren ser ingenieros? ¿Algún consejo en concreto?

Cuando estudien algo que no encuentren el sentido, piensen que, probablemente, ese desagradable teorema un día tendrá una aplicación en su vida profesional. Estudiar es una tarea ardua, pero nunca deben dejar de formarse. Al finalizar la carrera es importante colegiarse, desarrollen o no la actividad privada, ya que el contacto con los demás compañeros y compañeras les mantendrá útiles.

Y ahora, ¿qué está disfrutando de la jubilación, a qué dedica su tiempo libre?

A viajar, a mantener proyectos que, aunque no tengan gran relevancia, nos mantengan ilusionados.